lunes, 15 de abril de 2013

Nunca es tarde: Ortodoncia


A los ocho años me pusieron "aparatos" debido a que mis dientes tenían una fiesta loca montada en mi boca.
Así que, después de celebrar mi Primera Comunión y salir en todas las fotos con la boca bien cerradita,  fuimos al dentista y decidimos (bueno, mis padres decidieron) ponerme ortodoncia.
Llevé todo tipo de instrumentos y artilugios hasta los doce años.

Después pasé a la fase de mantenimiento, que se supone que es para toda la vida.
En esos tiempos el tratamiento de mantenimiento era ponerte un aparato por las noches que te mantenía lo dientes en su sitio. Ya que los dientes están en constante movimiento y además están expuestos a la fuerza que ejerce la lengua sobre ellos (es una traicionera...).

El caso es que, por dejadez, con el tiempo no fui llevando a raja tabla el tratamiento (por olvidos, por incomodidad, por el dolor que me causaba, etc).
Hace cosa de un par o tres de años (casi 18 años después del tratamiento) empecé a notar los cambios que había sufrido mi boca. Algunos dientes estaban empezando a separarse del resto y a ir por "su cuenta".

Hay que decir que yo quizás sea un poco exagerada... pero supongo que el hecho de haber pasado ya por la experiencia de llevar ortodoncia, me fijo más en estas cosas, en lo que se refiere a mí. Siempre lo he tenido muy metido en la cabeza.

El caso es que no estaba nada a gusto con lo que me estaba pasando y tenía la sensación de que todo el dinero que mi familia se había gastado en mí, lo había tirado a la basura.
Así que después de mucho meditar, decidí volver a someterme a la ortodoncia. Concretamente, a los famosos braquets.

Esta vez, la duración del tratamiento va a ser de un año, del cual llevo 9 meses.
Al principio, me arrepentí muchísimo de haber tomado esa decisión... ya que el primer mes es el peor.

Durante ese periodo de tiempo tienes que soportar el dolor que supone que tus dientes estén sometidos a una fuerza constante. Tienes que acostumbrarte al roce del aparato en la carne y, por supuesto, tienes que armarte de paciencia a la hora de comer porque debes "aprender" a masticar sin hacerte daño.
Bonito no es, vamos...para que engañarnos...  :(

Pero bueno, después de eso, ya todo es mucho más fácil.
En mi caso, lo peor sólo duró un mes, para otras personas a lo mejor es cuestión de 2 o 3 meses pero el caso es que al final lo vas sobrellevando y te acostumbras a vivir con ello.

No me decanté por los braquets de cerámica, que son más "discretos", elegí ponerme los de toda la vida, los metálicos. Según mi dentista son más prácticos. Los de cerámica son más propensos a romperse y con el tiempo se vuelven amarillentos.

Una de las cosas que me animó mucho fue que enseguida noté los cambios. Mis dientes respondieron muy bien y al poco empezaron a estar más rectos y en su sitio.


¡Hay luz al final del túnel! :D


Actualmente, lo llevo mejor. Estoy bastante acostumbrada y como absolutamente de todo (siempre con cuidado, evidentemente). De vez en cuando sale alguna "llaguita" (eso no me lo quita nadie...) pero lo voy sobrellevando. Para las llagas en la farmacia me recomendaron este producto:


Se pone el líquido cubriendo la herida, cuando se seca forma una película que protege de los roces con los dientes o aparatos y favorece a curarla más rápidamente.
A mí me ayuda, me lo pongo durante el día y también antes de ir a dormir, así durante la noche va actuando.

Bueno, paciencia... y ¡ánimos!

¡Al final habrá valido la pena!


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